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Ausentes con aviso: el silencioso movimiento ahí abajo


05 de agosto de 2023

Cinco millones de personas no fueron a votar en las elecciones provinciales que se desarrollaron hasta el presente. Una clase política que mira su propio ombligo, dialoga con los menos y soslaya las urgencias de la mayoría. Y aun así, se mueve. El testimonio jujeño que no entra en la cabeza de una dinámica que no comprende los fenómenos que sacuden las entrañas de un abajo que se mueve.

Fernando Gomez

Tuvieron que pasar cerca del 70% de los procesos electorales provinciales, ahí donde se eligen las autoridades que mayor cercanía tienen en su gestión con los votantes, para que la clase política abandonara la propia serie de ficcción que protagoniza y encendiera alarmas sobre la abstención, el voto en blanco y el voto nulo.

Municipios de la provincia de Córdoba en que apenas la mitad de los electores elegían candidatos a intendente y concejales en localidades donde todos se conocían con todos. Provincias donde el voto en blanco trepaba a niveles históricos.

En Rosario, la mitad de los electores eligieron un candidato y, tras las primarias, nada parece encender el entusiasmo electoral. En Tierra del Fuego el voto en blanco fue la segunda opción electoral escogida, trepando más del 20%.

Cinco millones de personas se ausentaron de las urnas en las dieciséis elecciones provinciales acontecidas hasta el momento, y aún no fueron convocados a las urnas los porteños y la populosa provincia de Buenos Aires.

Alega sorpresa la clase política, encarga sondeos de opinión a los mismos fabricantes de encuestas que no aciertan un resultado ni con el diario del lunes puesto; aventura focus group para entender el descontento social. Muchos terminan por especular si la abstención los beneficia o puede terminar redituando a su contrincante.

Y siguen. Le meten pata y aceleran. Hacen de cuenta que la gente no votó por razones ajenas a problemas intrínsicos de una democracia que no le resuelve ninguna urgencia y en la que no abrevan, ni siquiera, los que le sacan rédito salarial a su función institucional.

Mientras tanto, tranquilizan su responsabilidad lanzando convocatorias a un público que se repite acto tras acto y corre detrás de las actividades endogámicas de campaña, más para hacer visible con lo que puede ostentar poder que con la vocación de saldar organización popular para darle sentido, dirección, relación de fuerza y potencia transformadora a un proyecto político.

 

Postales del descalabro

"Claramente hay que ir de la indemnización a un seguro" dice Rodriguez Larreta. “Hay que trabajar sobre la indemnización, volviendo un número razonable porque hoy la indemnización no es razonable” dice Patricia Bullrich.

Hablan como si la Argentina estuviera llena de empresarios y los trabajadores fueran la minoría. Vuelcan sus propuestas como si la mitad de los trabajadores no padeciera un patrón que les niega jubilación, obra social y cualquier tipo de derecho a una indemnización digna.

¿Se habrán dado cuenta que no hay trabajador en la Argentina que no haya pasado por un conflicto laboral en el que terminó renunciando a obtener la totalidad de su reclamo para poder cobrar a tiempo? ¿Se creerán el verso que hicieron correr los empresarios de que las tasas de interés en el fuero laboral superan la inflación? ¿Pensarán que el argentino y la argentina de trabajo real, está con ganas de que la exploten un poquito más de lo que ya la explotan?

La inmensa mayoría de los que pedalean horas y horas para llevar un producto que intermedia una aplicación teconológica fabricada en el extranjero, no rechazarían una obra social, gozar de una jubilación el día de mañana y contar con un salario mínimo fijado por convenio colectivo. Simplemente aceptan lo que les es negado, lo que no significa que además anden contentos con una clase política que hace décadas vive de lo mismo y habla como si alguna vez hubiera levantado una persiana por la madrugada para abrir la fábrica.

Después los putean por la calle y andan pensando que son confabulaciones ultraelaboradas de contrincantes electorales para abonar su desprestigo.

Apenas una semana había pasado de los fesejos que organizó Gerardo Morales por la victoria de su delfín político en la elección a gobernador, en la que presentaba a Cambiemos como contrincante de un peronismo local con el que comparte negocios y proyecto político de subordinación al extranjero. Una semana nomás, y la provincia le explotó por los aires.

Le echó la culpa a Milagro Sala. Le echó la culpa a los miltantes que van de Buenos Aires. Le echó la culpa a los gremios y volvió a cargar tinta sobre Milagro Sala. Nadie en toda la provincia, ni en las filas de Juntos por el Cambio, ni en Unión por la Patria, que anda con el culo sucio por lo que sucede en la provincia, advirtió que lo que pasó en Jujuy es que las elecciones no condicionan el devenir político ni el humor social de un pueblo.

Gerardo Morales mostraba que su candidato había sacado el 50% de los votos y que eso explicaba su legitimidad social. Esconder el abstencionismo, el 10% de voto en blanco y los votos nulos, sólo terminan fabricando un porcentaje que no existe. Al candidato de Gerardo Morales lo votaron 200.000 jujeños. 400.000 jujeños le dieron la espalda a la fuerza política que gobierna hace ocho años y se comporta como si toda la provincia y la dinámica económica y política, fuera de su exclusiva propiedad.

Y así explotó Jujuy, en la primera demostración de un futuro inevitable en una democracia que cruje por donde se la mire.

 

Que nadie se dé cuenta

"Seré el presidente que derrote a la inflación y defienda el salario" dijo Sergio Massa apenas unos días después de haber aceptado una devaluación encubierta de la moneda, empujada por el FMI y conquistada por apriete de los exportadores de cereales. El maíz aumentó en el mercado interno y los precios al consumidor de la carne vacuna, el cerdo y el pollo comenzaron a registrar aumentos de forma casi inmediata.

Las tarifas de luz, que son salario indirecto, comenzaron a llegar sin subisidio a los hogares y comercios. La nafta sigue su derrotero de aumentos mensuales. La inflación vuelve a acelerar sus indicadores y los salarios siguen anclados muy por debajo de cualquier factor de recuperación. 4 millones de jubilados cobran -con bono incluído- 87 mil pesos por mes.

Además de intentar construir discursivamente un placebo para el kirchnerismo que le aporta licencia ideológica para su disciplinamiento con el FMI, ¿a quién está dirigido semejante discurso? ¿Qué clase de confusión busca construir con el votante incauto? ¿Pretenderá Massa hacer pasar la situación actual como ajena a sus responsabilidades? Una incognita está abierta sobre la legitmidad política de la representación que se pretende.

Una herida grande, lacerante, sobre el sentido histórico del peronismo vuelve a extenderse en clave de desánimo militante, tal y como en los noventa, terminó provocando la mutación ideológica del menemismo.

 

La crisis en la matriz democrática

“En este momento, el rechazo que la sociedad tiene por la actividad política acaso sea el más alto en 40 años de actividad parlamentaria, desde 1983 para acá. Ese rechazo tiene una absoluta y justificada respuesta: 40 años de dicha actividad no han sido capaces de cortar con una política iniciada en 1976. Simplemente que esta política se ejecuta en otras condiciones, pero basta mirar los números de la distribución del ingreso y la pobreza en Argentina para saber que estamos hablando de básicamente lo mismo. La democracia es un método político que, como cualquier otro, debe ser justipreciado por sus resultados” sostuvo Alejandro Horowicz, en el programa “Siempre es hoy” del flaco Tognetti en una excelente entrevista.

En una justa medida del bienestar social, a la democracia cualquiera le cuenta las costillas en este momento de la historia. Y justo en medio del baile electoral.

Es absolutamente comprensible la lejanía con la que nuestro pueblo mira el proceso electoral. Apatía que se reflejará en abstención en muchos casos, pero fundamentalmente, en desapego idelógico y anímico, fundado en la ausencia absoluta de propuestas políticas para resolver las urgencias cotidianas que atraviesan a la mayoría de los que habitan nuestro suelo.

Las dos fuerzas políticas que aspiran a alcanzar una victoria en las urnas, se han distribuído los últimos ocho años de gobierno. Ocho años en los que los antagonismos que se relatan no se verifican en la acción política material y efectiva. Los que nos llevaron al FMI y los que ordenan la economía para pagarle, pueden pretender ser diferentes ante la mirada de sus adherentes más fieles, pero no pueden edificar propuestas razonables para reparar el dolor social que no cicatriza con la magnitud del deterioro que han sufrido ingresos populares, salarios y jubilaciones.

Los sueños y esperanzas de una Argentina grande con un horizonte de felicidad colectiva, no están reflejados en las promesas vacías que la tiranía del marketing le impuso a las fuerzas con pretensiones elctorales. Difícil enamorar convocando a no ser tan malo como el rival. No es culpa de nuestro pueblo si no se conmueve frente al tamaño del garrote con el que se disciplina su economía.

Pero aún nos queda Jujuy, como testimonio indeleble de la perseverancia de un pueblo por conquistar sus anhelos, en la calle, ahí donde se toman las decisiones importantes de nuestra historia. Jujuy, como botón de muestra, como anticipo de un tiempo, como testimonio del futuro inevitable.

Como decía el gran Mario Benedetti, lo bueno es que el abajo se mueve. Y el arriba se inquieta.

Fernando Gomez

Fernando Gómez es editor de InfoNativa. Vicepresidente de la Federación de Diarios y Comunicadores de la República Argentina (FADICCRA). Ex Director de la Revista Oveja Negra. Militante peronista. Abogado.

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