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Demasiado show para tan poco personaje


02 de marzo de 2024

Con todos los atributos de la casta política, rodeado de un operativo policial descabellado, con un discurso plagado de estupideces y tópicos recurrentes del poder económico desde los tiempos de Martínez de Hoz, Javier Milei se sometió a inaugurar las sesiones legislativas en el Congreso Nacional. Un show con pretensiones de horario central, con políticos elegantes y chantas de ocasión, exhibidas ante un pueblo que la está pasando para la mierda.

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Demasiada expectativa para tan poco personaje. Y aún así, finalmente, Javier Milei inauguró las sesiones legislativas.

Se acercó al Congreso gozando de los atributos propios de la casta, ordenó una cadena nacional en horario central, dispuso un operativo descabellado con cinco mil efectivos de las fuerzas de seguridad federales, saludó al circo de bienvenida de una democracia que se cae a pedazos, se hizo colocar un atril para enmascarar las imperfecciones físicas que tanto lo atribulan, se paró frente a la banda de subnormales que se colaron en las listas sábana de su candidatura, gradas pobladas por personajes inclasificables que lo celebraron con cánticos desordenados y ahí sí, Javier Milei leyó su discurso.

Un discurso redactado por el propio Milei, sin lugar a dudas. Un conjunto de cosas que leyó en twitter, estupideces económicas, datos falsos, circunstancias inexactas y un ritmo de lectura que detenta el flojísimo estado de salud mental del personaje que llegó a la presidencia y que opera como mascarón y fusible de un programa salvaje en términos políticos y radicalizado en términos ideológicos, impuesto por un puñado de grupos económicos que responden a las necesidades geopolíticas de los Estados Unidos y su campo de subordinación.

Una propuesta de “Pacto del 25 de Mayo” que recoge rezagos de los doce puntos de Martínez de Hoz, del ideario político del ministro de Onganía, Guillermo Borda y la perspectiva excluyentemente financiera que le susurra en el oído el delincuente de Sturzenegger.

Y aún así, la formalidad democrática, ese sistema político disciplinado, obediente, temoroso y aferrado a los conchabos, sigue fingiendo la demencia necesaria que le permite hacer sobrevivir el conglomerado de privilegios del que viven unos pocos responsables de la fenomenal crisis estructural de la clase política de nuestro país, que han abandonado cualquier rasgo de genuina preocupación por los padeceres del conjunto de nuestro pueblo.

 

Inercia

Javier Milei es un paréntesis en nuestra historia. Un lapso de gritos y delirios ideológicos que hacen ruido y desvían la atención a la tragedia que lo rodea. Su retórica anti política habrá de llevarse puesta su propia existencia, pero es la oportunidad exacta que capitaliza un puñado de corporaciones que han decidido resetear la Argentina en función de sus propios intereses.

Gerentes de grandes empresas locales, estudios jurídicos que representan multinacionales y actores dominantes de los sectores económicos principales de un país dependiente, parásitos financieros que hacen negocio con el escarnio de la deuda pública del país, aprovechan el ruido que genera Milei para concretar un programa que está arrojando al país y a su pueblo a un destino de tragedia social aún inmesurable.

En apenas dos meses, sin una sola ley, sin un DNU que no esté paralizado en algún ámbito judicial, con el 80% del Estado Nacional sin funcionamiento operativo, con un puñado de resoluciones y disposiciones, han logrado destrozar salarios, jubilaciones e ingresos populares en un ritmo demoledor. Por primera vez en la historia, el Estado Nacional pagó más plata de intereses de la deuda externa que gastos mensuales destinados al pago de jubilaciones.

Grandes empresas que consolidan ganancias inéditas, posiciones dominantes en el mercado y un formateo de los segmentos productivos que disciplinan trabajo y capital a un sistema de desarrollo económico pensado para poner nuestra riqueza y nuestros recursos en función de intereses extranjeros.

Amenazas de reforma laboral, desmantelamiento sindical, disciplinamiento de las fuerzas sociales cohesionadas organizativamente y una ofensiva contra los recursos estratégicos de nuestras provincias para lograr su extracción con bajos salarios y ponerlos a disposición de las necesidades geopolíticas de Estados Unidos, quien tutela y aconseja a un gobierno que considera un fusible que tiende a incendiarse.

En este tiempo autorizado por la retórica discursiva de Javier Milei, los grupos económicos que aprovechan su transitoria estancia en la quinta de Olivos, además ordenan a legisladores, gobernadores, intendentes y un sistema político que, en su enorme mayoría, integra la misma nómina de empleados que muchos de los ocasionales funcionarios presidenciales también ocupan.

Alcanza con ver a los gobernadores celebrando un fantasioso diálogo convocado por un personaje al que nadie convalida con la autoridad suficiente para planificar, siquiera, su propia existencia como primer mandatario.

 

El Pacto de la dependencia

Como aquellos 12 puntos lanzados por Martínez de Hoz o el decálogo menemista para la reforma del Estado, Javier Milei se dio el gusto de encargar un precario diseño gráfico de 10 puntos lanzados como contrato de adhesión política a los gobernadores para extorsionarlos con alcanzar la aprobación de un paquete de leyes aún impreciso, y que terminarán de pulir los mismos estudios jurídicos que están formateando la economía nacional.

Ajuste y dependencia en la esencia de frases hechas, lanzadas como tópicos fetiche de una derecha con retraso mental que caracteriza el tiempo moderno de los sectores dominantes en occidente.

Ajuste que se expone en la reforma laboral que anuncia sepultar derechos a los trabajadores para favorecer la rentabilidad empresaria. Una reforma previsional que pretende quitarle la jubilación a los cuatro millones de jubilados que accedieron por el camino de la moratoria y construir la vía para volver a la privatización del sistema. Anuncios de gasto público, ajuste fiscal y supresión de fondos coparticipables a las provincias.

Dependencia que se visibiliza en el aliento a la explotación de los recursos estratégicos, reforma impositiva para alentar los negocios de las multinacionales y aún más liberalización de un comercio exterior que en la Argentina ya se encuentra absolutamente colonizado por empresas extranjeras.

En forma reciente, el militante y analista financiero Rodolfo Pablo Treber, aún antes del discurso de Milei, sostuvo con absoluta claridad que “Desde 1976 a la fecha, Argentina tuvo 209.000 millones de dólares de superávit comercial. 50.000 millones solo en los últimos 4 años. Montos muy superiores al déficit fiscal y al gasto del Estado. Somos un país extremadamente rico, no se necesita ningún ajuste ni desregulación”. 

Treber describe con claridad el panorama inconmovible desde la dictadura hasta nuestros días: “La fuga de divisas del empresario extranjero, en los últimos 47 años, es el mayor robo de la historia argentina. La liberación del mercado, la extranjerización de la economía, el ingreso de dólar y el debilitamiento del Estado, son las principales causas de la enorme fuga, de la destrucción de la industria nacional, la caída del empleo y el empobrecimiento masivo que sufrimos. Las propuestas de ajuste que se presentan como inevitables, son infundadas técnicamente y la liberación de la economía es algo que se viene dando desde hace casi cinco décadas. Ambas propuestas solo constituyen una profundización del modelo de saqueo que rige desde la dictadura.”

En mérito a ello, concluye que “necesitamos fortalecer al Estado para aumentar la regulación, frenar el saqueo e iniciar un proyecto de industrialización endógeno.”  

 

Dramas sociales

Mientras Milei disfruta su efímera pertenencia a la casta política. Gobernadores e intendentes juegan a coquetear gobernabilidad a cambio de asociar conchabos al extractivismo al que someten nuestros bienes comunes. Mientras la oposición juega a una institucionalidad que no rompa nada que cuestione la banca a la que aferra su destino individual y personal.

Mientras la clase política juega a mostrarse ocupada en el saqueo o preocupada por sus consecuencias, la enorme mayoría de nuestro pueblo lo sufre en forma descarnada.

Millones de personas revolviendo la basura, jubilados que cobran miseria y ven un presidente trajeado y mal sentado en sillones antiguos que le dice a nuestros viejos que son el sector etario con menos pobreza del país y que, por esa razón, tienen que bancarse el ajuste. Millones de inquilinos que sufren la desregulación brutal del mercado a los que un presidente les dice que los alquileres han bajado, aplaudido por gente bien vestida que canta contra la casta y se aferra a los privilegios de una banca.

Laburantes que reciben un telegrama de despido, la changa que no aparece y los comedores que no dan abasto. Los que abandonan la prepaga y los que no pueden comprar ni el mínimo medicamento. Los que compran menos carne y los que manguean carcasa para algún caldo que permita inventar el morfi que zafe el hambre.

Para todos ellos, está vacante la construcción de una agenda que los redima de semejante tragedia.

Cerrar el paréntesis de Milei y desarmar el reseteo del que habló Paolo Rocca y ejecutan los grupos económicos. Construir certezas ideológicas que impongan las condiciones políticas para liberar nuestra Patria de la subordinación a la que la están condenando y reivindicar una insultada justicia social como herramienta para volver a edificar un destino de felicidad colectiva para un pueblo cansado de padecimientos.

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