Es la geopolÃtica, estúpido. Analizar el mundo para pensar la Patria del futuro
10 de agosto de 2024
A menudo se cree que los cracks financieros, las caÃdas repentinas de los mercados bursátiles, se deben netamente a movimientos especulativos instalados por unos pocos, con el objetivo de hacer grandes negocios. Aunque eso sucede habitualmente, lo cierto es que, cuando se trata de caÃdas generalizadas y afectación a nivel global como sucedió este lunes 5 de agosto, las caÃdas de las grandes bolsas dan señales de acontecimientos que exceden lo estrictamente financiero.
El último ejemplo palpable es la caÃda de Lehman Brothers, en septiembre del 2008, generada por la extremada financiarización de la economÃa global y la consecuente precaria sustentabilidad del sistema. Ese evento ocasionó que, en los años venideros, los distintos actores de la economÃa global se den una estrategia de blanqueamiento de activos, incorporándolos paulatinamente en la economÃa real, las propiedades y la inversión productiva. Como consecuencia visible de lo mencionado, se puede destacar el boom de las criptomonedas (una forma global de blanqueo de capitales) y el crecimiento de magnÃficas ciudades, otrora absolutamente inviables, como Qatar.
En los años siguientes, ese exceso de liquidez abrió las puertas a créditos productivos que fomentaron el crecimiento de las potencias económicas. Sin dudas, el paÃs que mejor utilizó esta oportunidad que le ofreció el contexto geopolÃtico fue China. El extraordinario crecimiento del gigante asiático se vio potenciado por su exitosa polÃtica de inversión extranjera, que hace parte del negocio al paÃs de destino, y la posición de no injerencia sobre las cuestiones de la polÃtica local, que lo diferenciaron claramente de los Estado Unidos; que hasta el momento ostentaba el predominio absoluto sobre la inversión internacional.
Seguidamente se comenzó a desatar una guerra comercial entre ambas naciones, dado que el avance del bloque China (al que se le fueron sumando otros paÃses) significaba una pérdida de mercados para los Estados Unidos y, por lo tanto, una decadencia de su hegemonÃa global.
Como aquel que se sabe derrotado, Estados Unidos abandonó la disputa económica / productiva y comenzó a reaccionar utilizando su fuerza de gendarme internacional para aplacar el avance de un multipolarismo naciente. Sanciones, bloqueos, financiamiento de golpes de estado, lawfare, ataques mediáticos, campañas en redes… etc., a todo aquel que se atreva a virar sus negocios a otras latitudes y dar la espalda a sus designios.
Como era de esperarse, estas reacciones violentas de un imperio en urgencia tuvieron a la precaución como respuesta generalizada. Los paÃses no alineados, aquellos que no son directa o indirectamente gobernados por los Estados Unidos, comenzaron a cambiar sus reservas en dólares en bancas centrales por una canasta de divisas incorporando la de otros paÃses (yenes, yuanes, rublos, euro) para tener la posibilidad de comerciar ante eventuales reacciones coercitivas no deseadas.
Lo anteriormente explicado generó un exceso de dólares lÃquidos que volvieron a su paÃs de origen generando presión sobre los precios internos (inflación superior al 2% anual desde el 2017 y subiendo desde el 2020). Desde ese instante, y como otra medida reaccionaria para intentar contener el avance del multipolarismo (que ya lo encarnan más paÃses que solo China en el grupo de los BRICS ampliado) los Estados Unidos reparten dólares financiando distintos mecanismos de intervencionismo. Ampliación de los créditos externos a fin de controlar polÃticamente al paÃs deudor (ejemplo, la brutal deuda otorgada a la Argentina en el 2018 que determinó un plan de saqueo en plena vigencia), promoción y participación en golpes de estado (Bolivia, Paraguay, Ecuador, intentos en Venezuela), financiamiento de la guerra en Ucrania para frenar el gasoducto Nord Stream 2 e invasión continua sobre Palestina mediante su base militar llamada Israel, solo para mencionar las más destacadas.
Sin embargo, todas estas acciones no pudieron paralizar, ni debilitar, el avance del multipolarismo y, por el contrario, el exceso de gasto para la intervención en operaciones externas y la creciente pérdida de mercados, provocaron que ya se empezaran a notar Ãndices de estancamiento económico en varios sectores de la economÃa norteamericana.
Justamente, el Ãndice VIX (Ãndice de volatilidad en tiempo real) es uno de los indicadores tenidos en cuenta por los mercados para pronosticar un contexto recesivo. El pasado lunes, esta estadÃstica direccionada a los EEUU, tocó máximos en décadas y disparó el miedo sobre grandes grupos inversores que optaron por desprenderse masivamente de herramientas financieras dolarizadas directa o indirectamente (caso de la bolsa de Japón).
Esto generó la crisis del lunes pero, como se puede ver, no es un hecho aislado ni un acontecimiento fortuito. Se trata de una señal de mercado que marca una realidad inocultable: la caÃda hegemónica de los Estados Unidos y el debilitamiento del dólar como moneda global.
Al mismo tiempo, toda esta cadena de sucesos también muestra huellas del futuro. Un imperio en decadencia que exprimirá al máximo a todo aquel que aun domine; y un multipolarismo creciente que exhibe una oportunidad extraordinaria de desarrollo para todas aquellas naciones que se atreven a romper cadenas con el opresor mundial.
Un momento oportuno para el fortalecimiento de las monedas y las economÃas locales; y el peor momento histórico para llevar adelante planes de dolarización o apertura comercial sin planificación nacional.
Un escenario excepcional para trazar una estrategia regional de industrialización y posicionarse en el nuevo mapa global como un nuevo polo de poder; un atroz momento para aliarse y someterse al imperio en decadencia y confrontar con la región.
Las finanzas, la economÃa y la geopolÃtica son una sola cosa. Analizar el mundo con perspectivas de desarrollo nacional es lo que se encuentra totalmente ausente en la polÃtica argentina. Trabajar a sol y sombra para que una organización polÃtica popular, nacional y revolucionaria, ocupe ese espacio vacante, es nuestro deber histórico.