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Massa y el programa


01 de julio de 2023

“Para que te trajeeee” popularizó en el relato futbolero el Bambino Pons. Las demandas de un programa político y económico para que estuviera claro y no quedaran en manos de la decisión de una sóla persona, empezaron a ser expuestas por Sergio Massa quien además, lo ejecuta con evidente licencia ideológica de sus socios electorales.

Fernando Gomez

“Revolución productiva y salariazo” fue la propuesta con la que  Carlos Menem recorrió el país en el año 1989. El hartazgo social con el cierre del ciclo alfonsinista, subordinado a las pretensiones del FMI y agobiado por una hiperinflación insoportable, le imponía al candidato del peronismo retomar en clave discursiva un programa afirmado en aquellas banderas históricas de independencia económica, soberanía política y justicia social.

“Si decía lo que iba a hacer, no me votaba nadie” se sinceró con impunidad años después de una descomunal traición a los intereses populares, al programa electoral que lo transformó en presidente y al sentido histórico del peronismo. En 1991 Domingo Cavallo imponía la convertibilidad, destrozaba el aparato productivo nacional, condenaba a la desocupación a millones de compatriotas, pero aún le faltaba la estabilidad previa a semejante tormenta.

Dos programas antagónicos: El votado y el ejecutado, la esencia de una traición. Y a la traición la sucedió el transformismo discursivo que caracterizó la victoria electoral de 1995. El romancero neoliberal que hablaba de estabilidad y certidumbre económica y ocultaba el germen de una crisis que iría dejando postrado al trabajo, la producción, el Estado, la industria y muchas vidas en el camino de nuestra historia.

 

Postales de un pasado reciente

La campaña del Frente de Todos en el año 2019, que empujó a Alberto Fernández a la presidencia y a Cristina Kirchner a la vicepresidencia, estuvo marcada discursivamente por la necesaria construcción de la unidad del peronismo para causarle una derrota a la restauración neoliberal encabezada por Mauricio Macri.

Durante aquella campaña, quizás la propuesta más concreta que se ofreció en reiteradas oportunidades fue la de “terminar con la estafa de las Leliq”. El objetivo de aquella medida, tenía como objetivo “mejorar las jubilaciones y los salarios que han perdido contra la inflación” durante los cuatro años del macrismo.

La inflación se multiplicó, los salarios y las jubilaciones empataron durante un tiempo, comenzaron a perder hasta la llegada de Sergio Massa, cuando se termina acentuando la caída de ambos indicadores. Las Leliq y los instrumentos financieros análogos, se multiplicaron hasta el hartazgo. Hoy se le entrega mensualmente más plata a los bancos que a la totalidad de jubilados de todo el país.

Un país con exportaciones record que se licúan en la rentabilidad de un puñado de grupos económicos y una deuda que se paga con el sacrificio del ajuste sobre el gasto público.

Un programa, aquel del Frente de Todos en campaña, que nos decía que“Quienes han generado esta crisis, el Gobierno y el FMI, tienen la responsabilidad de poner fin y revertir la catástrofe social que hoy atraviesa a una porción cada vez mayor de la sociedad argentina”, muestra hoy postales de una subordinación al programa del FMI inédita y una deuda que pesa sobre la espalda de las mayorías populares.

Entre el programa votado y el programa ejecutado, no sólo existe un abismo. Para peor, las críticas internas que demandaban un programa en el Frente de Todos, terminaron transformando en candidato a Sergio Massa, quien verbaliza un programa antagónico con los intereses nacionales, que choca de frente con las demandas populares y que no tiene ni medio punto en común con el sentido histórico de la mayoría de la fuerza política que representa electoralmente.

 

¿El programa? Bien, gracias.

 "Necesitamos un programa de gobierno para que nada vuelva a depender de una persona" sostuvo en reiteradas oportunidades Cristina Fernández de Kirchner mientras cuestionaba a quien ostenta el atributo institucional de presidente, o cuando sostenía una disputa con Martín Guzmán previo a su salida y promoviera el desembarco de Sergio Massa para que profundizara el camino recorrido por su predecesor.

Algo de ello habrá recogido Sergio Massa, quien explicita su programa político y económico ante los públicos que acostumbra visitar.

"Una obsesión que tiene que tener el próximo Presidente es pagarle al FMI, sacarlo de la Argentina para no volver" sostuvo en un conversatorio organizado por la Cámara de la Construcción, ante un nutrido público de empresarios del sector.

En criollo, la propuesta de Massa es que el próximo gobierno tiene que juntar todos los dólares que hagan falta para poder pagarle al FMI. A lo sumo, será tarea de otro gobierno sacárselo de encima, dado que el programa actualmente vigente, que Sergio Massa obedece con disciplina, tiene previstos compromisos del país con el organismo hasta el 2034, es decir, superando holgadamente los próximos dos mandatos electorales.

Massa no anduvo con vueltas, explicó qué significa ir al FMI, es decir, lo que va a suceder por los próximos once años si se consolida su perspectiva de las cosas. Ir al organismo "Es asumir metas, compromisos y obligaciones" dijo por un lado, pero también "ceder en parte tu autonomía para atarte a un programa que de una manera explica la capacidad de repago de tu país. Eso es ir al Fondo".

Massa se preocupó en decir qué es lo que haría si gobierna, y también aclarar que ello el disgusta mucho. Por eso, sostuvo, pretende sacárselo de encima dentro de once años.

Ahora bien, cómo se logra enderezar una política "para juntar todos los dólares que se necesitan para pagarle al FMI” según dijo Sergio Massa. Él mismo lo respondió: “Orden fiscal, superávit comercial, competitividad cambiaria y desarrollo con inclusión".

Orden fiscal fue lo que propuso Massa en agosto de 2022 cuando arribó al Ministerio de Economía. Se tradujo en un ajuste real sobre el gasto público para todo el gobierno del propio Alberto Fernández.

El superávit comercial asegura márgenes de rentabilidad para los grupos económicos extranjeros que controlan el comercio extrerior de nuestros resortes de riqueza nacional. El superávit comercial jalonado por sobrefacturación de importaciones (tanto en Vaca Muerta, el Litio y el complejo cerealero es escandaloso) y la subfacturación de exportaciones (contrabando, lisa y llanamente), habrán de caracterizar inevitablemente el tiempo futuro de una Argentina llena de riqueza, pero con un comercio exterior controlado por multinacionales.

Competitividad cambiaria significó en éste tiempo una devaluación del tipo de cambio oficial más profunda que la de Martín Guzmán, la concesión escandalosa del dólar soja que importa un quebranto para las finanzas nacionales y un negoción para las grandes exportadoras de la oleaginosa.

Lo que anda faltando comprobar en el tiempo corto de su gestión, es el crecimiento con inclusión, que sepulta la justicia social como concepto, pero al menos pareciera hacer referencia a que no se mueran de hambre los argentinos que viven parados en un país plagado de bienes y recursos.

 

¿En qué momento estamos?

La pretensión de continuidad de un gobierno que transformó su programa electoral del 2019 en un devenir caracterizado por la inflación, el deterioro de los ingresos, la precarización del empleo y la extranjerización de un tiempo marcado por el alza internacional de nuestros bienes comunes, parece enderezar su programa en una nítida profundización de ese transformismo político.

Una suerte de 1995, con un modelo que ya empezó a resquebrajarse por todos lados y una democracia electoralizada, bien marcada por el hartazgo social, como demuestran las postales de Jujuy que no termina de ahogar en represión la rebelión popular.

Del otro lado, Larreta y Morales ofrecen un destino similar, pero mucho más cruel, canalla y con una escandalosa respuesta represiva frente al reproche social que se avisora en el horizonte.

Tiempo de grises imperceptibles en lo económico, y con una gama cromática bien leve en lo político, pero que pueden inclinar en favor de Unión por la Patria una adhesión por instinto de supervivencia.

Sin lugar a dudas, lo más interesante de éste tiempo, no saldrá de la boca de las urnas. En el silencio mediático, aparece estruendosa la respuesta cruel a la enorme protesta social que explotó en Jujuy. Es el síntoma de un pueblo consciente de la riqueza que se apoya sobre su tierra y castigada por un dolor social insoportable.

Hay mucho más pueblo afuera de las propuestas electorales que adentro. Hay mucha más política en la calle, que en los palacios. Hay más programa y democracia en la movilización popular, que en la impostura de una campaña que conmueve, apenas, a sus protagonistas.

Fernando Gomez

Fernando Gómez es editor de InfoNativa. Vicepresidente de la Federación de Diarios y Comunicadores de la República Argentina (FADICCRA). Ex Director de la Revista Oveja Negra. Militante peronista. Abogado.

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