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Conexión


15 de marzo de 2025

Ideas y sensaciones luego de un miércoles donde la violencia represiva del Estado fue la única expresión posible de un gobierno nefasto.

Agustín Sosa

Cuando la bronca queda atrapada en las redes de control social no se puede expresar más que una queja; cuando la bronca de uno se amplifica en el grito del otro, la protesta pisa tierra firme y hace frente al opresor.

El opresor sabe mejor que nadie, incluso que aquel que se manifiesta, que debe descargar toda su capacidad represiva contra un pueblo que empieza a conectar realidades porque de lo contrario la realidad, la verdad incontrastable de los hechos, lo arrollará hasta expulsarlo del lugar de poder que ocupa.

El miércoles pasado la atmosfera controlada en la que se sostiene el sistema político argentino empezó a tener puntos de fuga, la aparición de actores no convencionales en la escena callejera de protesta social logró romper el discurso virtual e inventado que el gobierno en particular, y la política en general, impone al pueblo.

La conexión lograda a partir de sentimientos, solidaridad y conciencia de clase entre dos universos enunciados como disimiles, sorteó todo cálculo, encuesta o medición. El pueblo no especula: los jubilados sufren y los hinchas los bancan. Y utilizar el universo de los hinchas de futbol para eludir los condicionamientos que pueda aportar una oposición política solo ocupada en sostenerse ella misma rompió la apatía social y pudo convocar por fuera de lo habitual.
Sentir que la tensión de la plaza coincide con la realidad de privaciones, miserias y pobreza en la que vivimos la mayoría de los argentinos libera la angustia que genera el vacío de representación producto de una oposición inexistente y las carencias infligidas por un gobierno al servicio de intereses extranjeros.

Desde que asumió el gobierno la fuerza de ocupación extranjera con Milei como presidente no se había producido en ningún acto o movilización conexión alguna entre la realidad cotidiana y la consigna convocante, salvo, claro, en aquellas protestas sectoriales donde la consigna está directamente relacionada con el que se manifiesta. Fueron varias las movilizaciones y marchas donde la liviandad se apoderaba de los presentes, lata de cerveza en mano, selfie, sonrisa y clima celebratorio disociado totalmente de las razones de la movilización.
El miércoles la predisposición fue otra, las hostilidades por parte del gobierno ya habían comenzado en los días previos y fueron las que generaron el escenario represivo; aun así la gente decidió concurrir y hacer frente a la furia asesina de Bullrich y sus tropas, el pueblo no traiciona.

Los jubilados siguen sin poder abrazar el Congreso, tampoco se les ha aumentado la jubilación ni se les ha repuesto ningún beneficio o derecho perdido. Pero la conexión entre el que sufre y la protesta social como herramienta liberadora de ese sufrimiento ya está hecha y el pueblo está en marcha.
Muchos manifestantes fueron golpeados o gaseados y durante muchos días sentirán las consecuencias.

Pablo Grillo lucha por su vida en una cama de hospital. No, el pueblo no quiere ni merece heridos, ni presos; el pueblo merece y debe ser feliz, y Pablo debería estar en su casa con los suyos.

¡Fuerza Pablo!

Agustín Sosa

Agustín Sosa es locutor, periodista y militante político del Encuentro Patriótico. 

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