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La calle y sus postales


15 de marzo de 2025

Postales sueltas de una jornada necesaria. Un acto de resistencia es lo más democrático que puede encontrarse en el deshilachado sistema con el que pretenden ordenar la colonia. Un pequeño respiro de dignidad, entre tanta indignidad. Una mueca y un gesto desafiante, para mirar el futuro.

Fernando Gomez

Foto: Carlos Brigo

I

Los surcos en su mejilla exhiben impiadosos el paso del tiempo, el peso específico de lo empírico medido en el desgaste de la piel. A través de esos surcos se desplaza lentamente una lágrima y tras ella, otra. Las lágrimas podrían cristalizar la nostalgia ante el desmoronamiento de la democracia, si es que alguien tuviera razones para extrañar esta democracia. Pero no, es el gas lacrimógeno. 

La vista se nubla, aunque el horizonte no se esconde detrás de la niebla, si no mas bien detrás de una  línea de de escudos sostenidos por unos marginales a sueldo del Estado para integrar un puñado de fuerzas federales.

Una detonación y tras ella, otra. Pablo cae malherido. Un fotoperiodista, gritan algunos. Un militante, grita desafiante su padre, atragantado de bronca, masticando dolor.

 

II

“Los buenos son los de azul y los hijos de puta que rompen autos son los malos” dijo Javier Milei en su extravagante diatriba binaria, elocuente de su debilidad mental. Lo dijo mientras visitaba con José Luis Espert y Patricia Bullrich las instalaciones de ExpoAgro, espacio que reúne a las clases dominantes que transforman el negocio agropecuario en un mercado al servicio de multinacionales agroexportadoras.

Mismas instalaciones que veinticuatro horas antes habían visitado Mayra Mendoza y Wado de Pedro, exhibiendo que los problemas de la Argentina son mucho más profundos y complejos que el infantil teorema que expuso el boludo que sentaron en el sillon de la presidencia.

 

III

Delegaciones de ex combatientes de Malvinas decidieron acompañar el miércoles la convocatoria en apoyo a los jubilados. A las 16.30 horas una línea de efectivos de la Policía Federal argentina alzó sus escudos y comenzó con la gestualidad que antecede la represión.

Los ex combatientes desplegaron una bandera argentina, a lo ancho de la avenida Rivadavia para cruzar el paso de los uniformados. Un oficial de la PFA, que había bordado un parche con la bandera de Israel en su pecho, recibió la orden de avanzar y cargó junto a sus camaradas contra los ex combatientes envueltos en la bandera nacional.

Horas después, en la Casa Rosada, Javier Milei recibiría la visita de altos funcionarios de la minera de la corona británica, Río Tinto, que acaba de concretar una fusión mundial con la norteamericana Arcadium, transformándolo en propietario de la mayor concentración de litio de nuestra Patria. La foto compartida por la comunicación presidencial, exhibe a los gerentes de la multinacional británica posando con una motosierra que adorna la mesa de visitas de la casa de gobierno.

 

IV

La noche del miércoles transcurría entre detenciones y cacerolazos. La calle había vuelto a protagonizar un ejercicio legítimo de nuestro pueblo de confrontar a un gobierno que condena a la miseria a su pueblo. A defender sus viejos y a sus viejas, agredidos económica, cultural y políticamente por un gobierno que los condenó a un ajuste brutal para exhibir indicadores que beneficien la rentabilidad de un puñado de grandes empresas.

Un pueblo que no acompasa con los ritmos de una clase política que se quedó atrapada en los pasillos del palacio, que mira el reloj para acortar el tiempo entre elección y elección en la que intenta adjudicarse una representación política de la que carece.

Una jornada necesaria, de calle y resistencia, en medio de un nuevo intento por condenar a nuestro país a volver a recibir dólares del Fondo Montario Internacional para financiar la dolarización de ganancias de las multinacionales y garantizar la fuga de capitales. Un crédito que se obligará a pagar con el sacrificio de esos mismos jubilados que pusieron el 30% del costo de la motosierra.

 

V

Una parte de nuestro pueblo empezó a perder el temor con el que intentan reprimir la genuina necesidad de resistir al saqueo.

Una parte del acumulado militante en estos últimos veinte años, empezó a perder la paciencia con una dirigencia política que apuesta a dejar transcurrir el tiempo, para que el sufragio revierta el control del Estado, aunque no alcance después a revertir las relaciones de fuerza que se usan como excusa para mantener el estado miserable de las cosas.

 

VI

“La libertad de los lobos significa la muerte para las ovejas” escribió alguna vez el pensador liberal Isaiah Berlin. Las mal llamadas democracias que se pusieron en funcionamiento bajo tutela y supervisión de los Estados Unidos, son el sistema que asegura que allí donde funcionan, impera la hegmonía de los Estados Unidos. Y si no, no hay democracia.

El experimento de clausura democrática que atraviesa la Argentina, con la apariencia de funcionamiento sistémico, pero con signos evidentes de abandono de su valoración positiva, nos empuja a profundizar la reflexión acerca del cómo salimos de esta crisis de sentido, política, cultural y económica a la que nos están empujando las necesidades geopolíticas de una potencia en decadencia.

Javier Milei es un personaje efímero. Emergente de una crisis de racionalidad y sentido político. La antítesis de la imagen que su cabeza le fabrica de sí mismo. Su tiempo transcurrirá hasta que se decida su reemplazo o hasta que nuestro Pueblo haga tronar el escarmiento.

No solo a Milei, sino al sistema político que condena a nuestra Patria a vivir bajo un programa colonial de miseria planificada.

En la calle, hay muchísima más información de las tareas para este tiempo, que las que pueden recogerse de una dirigencia sin brújula que mira con nostalgia los pedazos rotos de un sistema que apenas tiene el sufragio como gesto democrático.

Fernando Gomez

Fernando Gómez es editor de InfoNativa. Vicepresidente de la Federación de Diarios y Comunicadores de la República Argentina (FADICCRA). Ex Director de la Revista Oveja Negra. Militante peronista. Abogado.

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